Me parece interesante comenzar la reflexión planteada sobre si el periodismo debe utilizar imágenes que puedan herir la sensibilidad del ciudadano para llamar su atención, dirigiéndonos a la referencia del Libro de estilo de El País incluida en el artículo -del 15 de Marzo- titulado “Desnudez y muerte en una foto de riesgo” que escribió la Defensora del lector Milagros Pérez Oliva a colación de una polémica causada por las imágenes de un reportaje en el dominical.
El Libro de estilo estipula al respecto que "las fotografías con imágenes desagradables sólo se publicarán cuando añadan información". Pero, ¿quién decide ese plus de información?, ¿de verdad no es posible hacer una foto un poco más “elegante” y menos morbosa y desagradable y dar la misma información?. ¿no es mejor insinuar que enseñar?.
La insinuación en muchos casos obtiene muchos mejores resultados que la muestra directa del objeto, situación o sentimiento que queremos mostrar, resaltar o dar a conocer. Ya vimos este ejemplo en una clase cuando el profesor nos mostró 2 o 3 imágenes de un mismo hecho:
- Una de las imágenes era directa, mostraba unos cuantos cadáveres en una carretilla (si no recuerdo mal).
- La segunda imagen mostraba la escena desde un ángulo más indirecto y alejado, aportando información además sobre la aglomeración de gente que había alrededor del lugar del crimen.
- La tercera fotografía, sin embargo, únicamente mostraba uno de los pies de los cadáveres. Esta última fotografía, era sencilla, mostraba e informaba perfectamente sobre los asesinatos acometidos y sobre las sensaciones en el lugar del crimen pero en ningún momento daba a conocer imágenes de los cadáveres, la sangre y otros detalles morbosos que no aportan más que sensacionalismo a la noticia.
En muchos casos por tanto, ¿para qué utilizar una foto que puede herir sensibilidades si se puede mostrar otra más delicada que aporte exactamente la misma información?.
En cualquier caso y en primera instancia todo depende de la visión y de la moral del fotógrafo, así como de su calidad y rapidez para marcar la diferencia en su trabajo. Posteriormente, las decisiones empiezan a recaer como piezas de domino en los sucesivos responsables que deberían de tener claro la línea que busca su medio y la rigurosidad en la que se quieren mover.
No entiendo en ningún caso la fotografía de la portada de El País Semanal del 1 de marzo de 2009. Algunas de las reflexiones de la Defensora del lector expuestas en el artículo anteriormente citado son estas:
Si la desnudez resulta en este caso problemática es porque afecta al derecho que tiene cualquier persona a la dignidad más allá de la vida, a la dignidad en la muerte. Éste es un criterio que este diario aplica. Por eso no publica imágenes en primer plano de las mujeres que han sido víctimas de la violencia de género. De hecho, si la fotografía en cuestión correspondiera a una mujer española, no se habría publicado. Tampoco damos las imágenes de los muertos en accidentes de tráfico, ni de las víctimas de atentados. La dignidad en la muerte exige no mostrarla gratuitamente. De hecho, si la fotografía en cuestión correspondiera a una mujer española, no se habría publicado. Tampoco damos las imágenes de los muertos en accidentes de tráfico, ni de las víctimas de atentados. La dignidad en la muerte exige no mostrarla gratuitamente.
Tenemos el deber de tratar con pudor la muerte y no basta con que exista una causa que justifique mostrarla. La imagen ha de ser necesaria para ese propósito. No es lo mismo una imagen, por dura que sea, espontánea, que una imagen buscada. Cuando hay elección, hay también mayor responsabilidad. Una foto denuncia puede ser justificable. Una foto reclamo, no.
La dignidad en la muerte, a mi entender, es igual para una mujer española que para una mujer palestina. La distancia geográfica no debería disminuir ni un ápice ese grado de dignidad.
Es clave el dato de que además es una mujer violada. ¿Por qué tiene que aparecer desnuda?. Sin lugar a dudas hay una premeditación en la fotografía. Se podría haber reflejado informativamente algo similar sin el hecho de la desnudez, pero éste aporta además un grado de morbosidad y expectación en el espectador. Es una forma clara de llamar la atención.
Como dice el usuario Iago en el blog Las Montañas -donde se recogió toda la polémica- ,“la fotografía es honesta cuando el autor NO trata de imponerla como una reproducción de lo real, sino cuando se muestra que es una visión parcial, subjetiva y personal”.
Desde que surgieron las primeras reproducciones la fotografía se entendió como una representación objetiva de lo real. Lo que se veía era la verdad, era lo que existía, lo que pasaba, lo que debía ser contado. Pero con el paso de los años, el avance en las técnicas y sobre todo, en las tecnologías y el diseño, esta materia paso a ser un arte, y como tal, algo subjetivo. Algo que depende enteramente de la visión de quién lo realiza, de su forma de entender la vida, y de la propio experiencia y técnica de la que disponga.
Por tanto, se debe pensar y se debe tener cierta cautela, pues imágenes manipuladas hay millones. Sin ir más lejos la casa real (años atrás) felicitó las navidades a todos los españoles con montajes.
A la pregunta por tanto, de hasta qué punto hay imágenes aceptables según su contenido informativo y si se deben establecer límites, mi respuesta es: cautela.
No hay imágenes aceptables según su contenido informativo, si se pueden realizar otras menos impactantes y duras y que a la vez evoquen lo mismo. En cuanto al planteamiento de si deben existir límites, yo creo que es muy importante establecer ciertas normas sobre todo si lo que muestras viola algún tipo de derecho de la persona fotografiada (como es el caso de la mujer palestina).
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